Facebook ahora se llama Meta, y ese cambio de nombre tiene que ver con su gran apuesta de futuro: desarrollar una especie de mundo virtual, el metaverso, en el que la compañía pretende que todos pasemos una buena parte de nuestras vidas. Acudiremos a él para relacionarnos entre nosotros, para entretenernos, para trabajar, para estudiar, para hacer deporte. Y para comprar, por supuesto. Con solo unas gafas de realidad virtual (aún no se ha especificado cuáles) y conexión a internet el usuario podrá sumergirse en ese universo paralelo que promete revolucionar nuestra idea de internet.
Tras tener a casi la mitad de la humanidad pendiente de sus redes sociales, el joven magnate considera que hace falta darle una vuelta de tuerca a su proyecto. El metaverso, aseguró Zuckerberg el jueves en el evento anual de desarrolladores de su empresa, es la evolución lógica de la red, que no da más de sí. Es llevar a Facebook al siguiente nivel. Hasta ahora, nuestra experiencia en el ciberespacio se limitaba a navegar en webs o manejar aplicaciones. El mundo digital existía en las pantallas de nuestros dispositivos; al despegar la mirada del móvil o el ordenador, ese mundo se apagaba. El metaverso es meterse en él. En un universo, eso sí, diseñado y modelado por Facebook (o Meta), donde todo lo que veamos, oigamos y toquemos sea una experiencia de realidad virtual. Un gigantesco desafío tecnológico al que la compañía liga también su futuro financiero. Según Zuckerberg, este mundo paralelo moverá “centenares de miles de millones de dólares” en los próximos diez años.
El metaverso era así una vieja obsesión de Zuckerberg. Y Zuck no se obsesiona con cualquier cosa. Durante muchos años, el fundador de Facebook solo se fijaba en dos: mejorar la experiencia de su red social y aumentar el número de usuarios.
Dentro del ‘metaverso’
Según Meta, la tecnología que están desarrollando dará al entorno virtual del metaverso una verosimilitud suficiente como para que sintamos la comodidad de estar en un mundo paralelo. Zuckerberg anunció el jueves progresos en sus gafas de realidad virtual, capaces de leer las expresiones faciales de su portador y hacer que estas se muestren en el avatar (el personaje que lo representa en ese mundo virtual). A lo largo de casi hora y media de presentación, que en realidad era un vídeo de alto presupuesto, el fundador de Facebook mostró algunas de las pinceladas de este nuevo mundo. El ejecutivo desfila por su lujosa casa con vistas al lago y de pronto la vivienda se transforma en una fidedigna réplica digital de la misma y él en un avatar a su imagen y semejanza.
“Lo que Mark mostró es nuestra visión de cómo será el metaverso”. La tecnología de Meta todavía no alcanza para ofrecer esa resolución. Pero llegar hasta eso es el objetivo. “Puede que la transformación que estamos poniendo en marcha tenga más repercusión en nuestras vidas y en la economía de la que ha tenido el teléfono inteligente en los últimos diez años”, aventura el ejecutivo francés.
Zuckerberg esbozó en su presentación un pequeño esqueleto de ese metaverso. Una vez se ponga las gafas especiales, el usuario entrará en un espacio de partida, su casa (Horizon Home). Ahí podrá interactuar con sus contactos. La conversación de un grupo de WhatsApp, por ejemplo, se puede llevar al sofá de ese hogar virtual, con los avatares de los miembros del grupo sentados o desplazándose por la sala.
El siguiente nivel, Horizon World, constará de espacios adicionales que serán desarrollados por las empresas que quieran embarcarse en el proyecto. Por ejemplo, una sala de conciertos o un museo. También habrá sitios donde comprar elementos de decoración y accesorios variados para ese mundo virtual (Horizon Marketplace) o una plataforma para poner en práctica el trabajo híbrido (Horizon Workrooms), entre otros. Las posibilidades, dice Zuckerberg, son casi infinitas.
Meta tiene también la intención de combinar el mundo real con el metaverso. Es decir, integrar elementos virtuales (por ejemplo, el holograma de la persona con la que estamos hablando) en el entorno real que estamos viendo. Eso se haría con otras gafas, en este caso de realidad aumentada.
Cómo se desarrollará
El metaverso de Zuckerberg busca precisamente eso: convertirse en un espacio de encuentro social. Uno que trascienda el que ya era Facebook. Meta quiere que en la construcción de ese nuevo mundo participen otras empresas. Todo el metaverso se está por hacer. Zuckerberg anunció el jueves una inversión de 150 millones de dólares para formar a “la nueva generación de creadores del metaverso”. También dedicará otros 50 millones a recabar opiniones de expertos sobre la forma que debe adoptar este universo virtual. La semana pasada, en plena lluvia de filtraciones, la compañía dijo que pretendía contratar a unas 10.000 personas en Europa en los próximos cinco años para desarrollar su idea.
Tendremos que esperar, como mínimo, al año que viene para poder comprobar qué es eso del metaverso. Y su desarrollo tardará años, quizás décadas, en completarse. Meta no está sola en esta carrera. El presidente de Microsoft, Satya Nadella, ya dijo este verano, un mes después de que Zuckerberg pronunciara por primera vez en público la palabra, que Microsoft quería liderar la creación del “metaverso’ empresarial”. Las empresas toman posiciones para colonizar algo que todavía no existe.
“Con el tiempo confío en que se nos vea como una empresa del ‘metaverso”, dijo Zuckerberg. Ese es el legado que quiere dejar. Sabe cómo quiere que se le recuerde, y en esa imagen ya no encaja Facebook.